“….A PROPOSITO DE LAS MUJERES…”
Las mujeres somos "muy complicadas", por lo menos así nos lo han hecho creer nuestros amados compañeros varones. La forma en que los hombres perciben a las mujeres y las ideas preconcebidas que sobre nosotras se establecen, son muestra palpable del poco interés que ellos tienen en que seamos distintas.
Las mujeres reconocemos que físicamente somos menos fuertes que ellos; esta diferencia corporal que les ha otorgado la naturaleza, ha permitido que algunos hombres sean abusivos.
El abuso legendario del hombre sobre la mujer nos ha acompañado por siglos como una sombra amenazante.
Ahora, con la vida moderna, esta práctica ha cobrado aún mayor perversidad.
El no reconocimiento a nuestros verdaderos talentos y la no aceptación de nuestra libertad pareciera que aún es percibida como natural por algunos, incluyendo hombres supuestamente educados.
Las mujeres hemos avanzado y logrado nuestros legítimos derechos no sólo por la buena voluntad de los hombres; si ahora participamos activamente en la construcción de una vida distinta, es porque finalmente hemos logrado, en mayor o menor medida, acceder a "ese poder" tan anhelado.
El término "empoderamiento de la mujer" suena para muchos un tanto ridículo, pero ha sido el eje central del avance femenino y ha hecho visible nuestra verdadera naturaleza.
La mujer, en los últimos años, ha ganado espacios de poder. Las leyes y las políticas públicas ya no son del todo unilaterales, se comienza a reflejar en ellas las verdaderas necesidades femeninas.
No es mucho lo que se ha logrado, pero sí es muy significativo.
La participación de la mujer en la política, por lo tanto, es una estrategia de infinito valor. En Nuevo León, las mujeres hemos luchado por muchos años y desde diversas trincheras para que este empoderamiento se traduzca en respeto a nuestra dignidad y oportunidades de educación y trabajo. Lo más valioso y trascendente de esta lucha ha sido la posibilidad de denunciar los actos de violencia y agresión sufridos por miles de mujeres.
Hemos comenzado a exigir que la ley castigue con todo rigor a los hombres violentos; hombres que no terminan de aceptar que cada mujer tiene derecho a ejercer su libertad del modo que le venga en gana.
Esta lucha de años, los esfuerzos por penetrar en los espacios políticos que nos permitan transformar lo injusto en equitativo y lo mezquino en generoso, es una lucha impulsada en forma importante por el Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León (IEM).
Lograr introducir con fuerza la participación femenina en la política ,es equivalente a promover nuevas y mejores leyes, mejores prácticas de gobierno con perspectiva femenina y programas sociales dirigidos de frente y en contra de la violencia hacia las mujeres y sus familias.
Este ha sido sin duda, un avance difícil de dimensionar; pero es mucho más lo que falta por hacer y que independientemente de los gobiernos que entren o salgan, las mujeres de Nuevo León deberemos proteger la autonomía de este valioso proyecto, si deseamos que las próximas generaciones de mujeres logren los escenarios favorables para ellas, por los que tantas nuevoleonesas hemos luchado desde hace muchos años.
Las mujeres somos "muy complicadas", por lo menos así nos lo han hecho creer nuestros amados compañeros varones. La forma en que los hombres perciben a las mujeres y las ideas preconcebidas que sobre nosotras se establecen, son muestra palpable del poco interés que ellos tienen en que seamos distintas.
Las mujeres reconocemos que físicamente somos menos fuertes que ellos; esta diferencia corporal que les ha otorgado la naturaleza, ha permitido que algunos hombres sean abusivos.
El abuso legendario del hombre sobre la mujer nos ha acompañado por siglos como una sombra amenazante.
Ahora, con la vida moderna, esta práctica ha cobrado aún mayor perversidad.
El no reconocimiento a nuestros verdaderos talentos y la no aceptación de nuestra libertad pareciera que aún es percibida como natural por algunos, incluyendo hombres supuestamente educados.
Las mujeres hemos avanzado y logrado nuestros legítimos derechos no sólo por la buena voluntad de los hombres; si ahora participamos activamente en la construcción de una vida distinta, es porque finalmente hemos logrado, en mayor o menor medida, acceder a "ese poder" tan anhelado.
El término "empoderamiento de la mujer" suena para muchos un tanto ridículo, pero ha sido el eje central del avance femenino y ha hecho visible nuestra verdadera naturaleza.
La mujer, en los últimos años, ha ganado espacios de poder. Las leyes y las políticas públicas ya no son del todo unilaterales, se comienza a reflejar en ellas las verdaderas necesidades femeninas.
No es mucho lo que se ha logrado, pero sí es muy significativo.
La participación de la mujer en la política, por lo tanto, es una estrategia de infinito valor. En Nuevo León, las mujeres hemos luchado por muchos años y desde diversas trincheras para que este empoderamiento se traduzca en respeto a nuestra dignidad y oportunidades de educación y trabajo. Lo más valioso y trascendente de esta lucha ha sido la posibilidad de denunciar los actos de violencia y agresión sufridos por miles de mujeres.
Hemos comenzado a exigir que la ley castigue con todo rigor a los hombres violentos; hombres que no terminan de aceptar que cada mujer tiene derecho a ejercer su libertad del modo que le venga en gana.
Esta lucha de años, los esfuerzos por penetrar en los espacios políticos que nos permitan transformar lo injusto en equitativo y lo mezquino en generoso, es una lucha impulsada en forma importante por el Instituto Estatal de las Mujeres de Nuevo León (IEM).
Lograr introducir con fuerza la participación femenina en la política ,es equivalente a promover nuevas y mejores leyes, mejores prácticas de gobierno con perspectiva femenina y programas sociales dirigidos de frente y en contra de la violencia hacia las mujeres y sus familias.
Este ha sido sin duda, un avance difícil de dimensionar; pero es mucho más lo que falta por hacer y que independientemente de los gobiernos que entren o salgan, las mujeres de Nuevo León deberemos proteger la autonomía de este valioso proyecto, si deseamos que las próximas generaciones de mujeres logren los escenarios favorables para ellas, por los que tantas nuevoleonesas hemos luchado desde hace muchos años.
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