EL PRIMER AÑO DE VIDA DEL BEBÉ
El bebé, ahora niño, sufre grandes transformaciones
“El niño enlaza el pasado con el futuro” Oswald Spengler
Ninguna persona podría decirnos con sinceridad que los neonatos son “bonitos”; a menudo sus rasgos están deformados por la presión que experimentaron a la hora del parto, pero una cosa si es muy cierta….ese pequeño ser recién nacido es más que ninguna otra cosa, un ser indefenso.
Los niños recién nacidos no tienen control físico ni motor, cuentan con una serie de reflejos, por lo que todas sus respuestas son reflejas y no requieren de aprendizajes: el reflejo de succión, el de voltear la cabeza, y otros reflejos vegetativos (hipo, comer, deglutir, vómito). No tienen forma de comunicarse con nosotros más que por su llanto, y no sobrevivirían en este mundo si no es por nuestro amor y nuestro cuidado.
Los cambios que día con día vemos y observar en ellos, son cambios de orden biológico, intelectual y social. Los cambios biológicos se reflejan en su apariencia, cuando todo ese alimento se transforma y le permite crecer, tener un mayor tamaño y gozar de buena salud.
En este primer año de vida, el bebé sufre más transformaciones que en muchos de los años siguientes juntos; su cuerpo, sus habilidades y sus movimientos lo preparan para cambios importantes al ir transitando sus primeros 12 meses de vida.
Uno de los reflejos de los que hablamos anteriormente es el reflejo de succión, y que asegura su supervivencia en esas primeras semanas de vida. Muchos médicos, especialistas y también filósofos, han definido como “algo muy importante” que las madres amamanten a sus hijos. Esta recomendación de que las madres amamanten a sus hijos, ha cobrado fuerza en las últimas décadas, y se relaciona también con la carga emocional que implica en la relación madre-hijo. Una encuesta realizada en Canadá hace algunos años reveló que el 83 de las madres canadienses amamantan a sus bebés, lo que nos habla de una actividad muy generalizada, aún hoy día.
Otro aspecto que actualmente se considera básico para el desarrollo del bebé son las características de las funciones cerebrales del bebé. Aunque el cerebro es bastante grande comparado en proporción con el de un adulto, gran parte de éste aún no funciona. La actividad de la corteza cerebral aumenta durante los primeros meses de vida, y dos factores parecen influir en el desarrollo del cerebro: la estimulación sensorial y la nutrición o alimentación adecuada.
Existen muchos estudios recientes que nos demuestran que las percepciones y exposiciones sensoriales (de los sentidos: vista, escucha, tacto, gusto) durante este primer año de vida, son determinantes para el desarrollo normal del cerebro. El otro factor que también es importante para el correcto desarrollo cerebral es la buena nutrición que recibe el bebé, por eso la preocupación cuando no se cuenta con los recursos necesarios para dar al niño la mejor dieta posible en este su primer año de vida.
Una pregunta que frecuentemente nos hacemos los adultos, es si ¿el bebé piensa? Y la respuesta es un poco compleja. El desarrollo intelectual se inicia con el nacimiento del niño, en un proceso en el cual bebé comienza a explorar el mundo a través de sus sentidos, que se convertirá en un tiempo futuro en un procesador de información ilimitado. El pequeño ser reacciona con fuerza a la sorpresa y a la novedad, busca lo inesperado y encuentra mucha información; está programado para inventar conceptos e ideas. Socialmente comienza a experimentar una serie de emociones que le sirven como motivo para muchas de las cosas que hace, y que lo conducen a iniciar relaciones con otras personas cercanas a él. Estas relaciones cobran un valor muy importante en el desarrollo cognitivo.
En esta primera etapa de vida infantil, los niños comienzan ese proceso de aprendizaje de su medio ambiente, y lo primero que desarrollan son sus percepciones. Hemos hablado anteriormente de cómo define Piaget esa primera etapa sensoriomotora, que se inicia con el nacimiento y abarca hasta los 2 años de edad. En esta etapa el bebé comienza a tener sensaciones; estas sensaciones son el efecto que se presenta cuando los estímulos físicos se traducen en impulsos nerviosos; así la sensación depende de la actividad que tengan nuestros órganos sensoriales: ojos, oídos y papilas gustativas. De la sensación se pasa a la percepción, que viene siendo la forma en que el cerebro interpreta esas sensaciones que el bebé tiene.
Los niños van experimentando distintas sensaciones que los llevan a percibir las luces y las sombras, los colores, los sonidos, los sabores. Posteriormente y cuando su desarrollo motor se lo permite, comienza a experimentar con el tacto y la presión de objetos. La locomoción (el movimiento equilibrado que le permitirá caminar) le dará al niño, alrededor de año de vida, poder ir a explorar todo su entorno y le brindará mil y un experiencias y oportunidades de aprendizaje. De esta forma el bebé se va convirtiendo en un niño, que cada día construye su aprendizaje mediante sus acciones, sus percepciones y logrando finalmente conceptualizaciones.
Estas habilidades comienzan a construir el pensamiento de los niños durante este primer año de vida, y representan las bases requerida para el proceso de aprendizaje, que durante todas las distintas edades nuestros hijos adquirirán y que les permitirá acceder al sistema educativo formal.
El mejor apoyo que los padres podemos dar a nuestro bebé para colaborar en la construcción de su pensamiento es:• Brindarle cuidados que fortalezcan su salud y nutrición.
• Ofrecerle mucho cariño para que sienta seguridad y pueda desarrollar adecuadamente sus emociones y conductas sociales.
• Ofrecerle un entorno estimulante y desarrollador, con muchas experiencias que le permitan saciar su curiosidad, explorar todo eso que lo rodea.
• Si se es posible, seguir un programa de estimulación sensorial temprana que nos garantice fortalecer su corteza cerebral.
• Procurar tareas de apoyo a su desarrollo motor.
• Ofrecerle un entorno familiar de amor, seguridad y libertad.
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