Literalmente y de acuerdo a la REAL ACADEMIA ESPAÑOLA DE LA LENGUA, cultura significa “Conjunto de modos de vida y costumbres de una época o grupo social”, y como todos sabemos, la EDUCACIÓN cumple una vieja costumbre de acompañar incondicionalmente a la CULTURA, procurando adaptarse a los cambios sociales, los nuevos modos de vida y especialmente a los grandes avances en materia de conocimiento.
Sin embargo, pensando en términos más conservadores, podremos afirmar que la educación es la “puerta a la cultura”.
Esta puerta nos muestra cómo es que en cada época de la humanidad, los modos de educar o los modelos educativos (utilizando un lenguaje más moderno), han sido reflejo de esa cultura.
Costumbres, tradiciones y creencias de cada época definían cómo debía de ser la forma de educar a los niños y a los jóvenes en sus respectivas sociedades. Así sabemos ahora que en tiempos medievales la enseñanza solía ceñirse a los muros de la escuela, siendo el maestro quien ejercía la principal función y la enseñanza era básicamente magistral (del magisterio). La transmisión del conocimiento garantizaba la conservación del “saber”: aprender para repetir y repetir para conservar, y así seguir repitiendo lo aprendido, generación tras generación.
Hay quienes afirman que desde esa lejana época y hasta mediados del siglo XX, hubo relativamente muy pocos cambios sobre las ideas de cómo “educar”, considerándose que por años y siglos la educación consistió en conservar y mantener los valores y acervo del pasado, cayendo irremediablemente, en la repetición estéril de lo ya conocido.
Sin embargo, los cambios gigantescos que han sufrido las distintas sociedades del mundo durante la segunda mitad del siglo XX, cambios provocados por las condiciones presentadas en el mundo occidental después de la segunda guerra mundial, cuando se dan inicia fuertes cuestionamientos sobre las formas de organización social, de participación política y del dogmatismo ideológico; aunado todo ello al despliegue de la ciencia y la tecnología, han provocado importantes transformaciones en las distintas culturas que nos obligan a replantear los paradigmas educativos vigentes.
Una de estas nuevas ideas que se han posicionado de forma importante en los sistemas educativos modernos, es la importancia del vínculo formado por sociedad-familia-escuela. Esta idea ha traspasado los muros escolares, para reconocer que durante toda su vida, el individuo “aprende” en el espacio social de la comunidad a la que pertenece, y que por ello esa comunidad en conjunto debe asumir la responsabilidad de la educación de sus miembros.
La familia es el primer lugar donde se produce la educación, y como tal, su relación con el sistema educativo resulta indispensable. Tenemos muy claro hoy que se debe promover un diálogo auténtico entre padres y maestros para que esto fortalezca el desarrollo armonioso de los niños para que se logre complementar una educación de calidad.
Pero las familias junto con toda la sociedad, están sujetas a profundas y permanentes transformaciones por lo que la respuesta educativa se convierte en un fenómeno complejo de implicaciones políticas, sociales culturales y epistemológicas. La nueva educación debe entonces aprender a ser cambiante como una condición de “supervivencia” para los individuos y sus grupos sociales.
La educación debe hoy integrar también todos los medios de la comunicación y del desarrollo cultural, científico y tecnológico para la formación del hombre y de la mujer del mundo moderno. La educación se convierte así en una construcción continua de la persona humana, de sus saberes y de sus aptitudes.
¿Cuáles serían entonces los valores que una sociedad debe mantener en su proceso educativo que le permitan adecuarse a una nueva “cultura mundial”?
Sin duda la respuesta debe ser dada de formas diversas
• Los valores culturales de cada país (considerando un modelo educativo nacional).
• Los valores de cada comunidad (de acuerdo a sus creencias, tradiciones y costumbre que quieran y puedan ser conservadas).
• Los valores de cada familia que debe considerar lo que sea valioso y funcional para su núcleo familiar.
• Los valores personales de cada individuo que considere la necesidad de auto-potenciarse para competir, producir y adaptarse a un mundo cambiante.
Faltaría aquí agregar otra respuesta importante que consideren las necesidades mundiales de los valores educativos, partiendo de la realidad de que ahora vivimos en una aldea global. Por esta razón, la educación de cada nación, deberá compartir valores comunes como la continuidad educativa a lo largo de la vida, el estar abierta a los cambios de la tecnología y las ciencias; buscar la equidad para todos los niños del mundo sin importar razas, credos, niveles sociales ni económicos, ni género ni capacidades distintas, y para promover con todo ello, la tolerancia y el respeto a la diversidad de la raza humana.
ANA SCHWARZ
ana.schwarz.g@gmail.com
Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarLe encuentro solo un problema, que es el dichoso concepto discutido y discutible de que es nación, en referencia a la territorialidad.
Esto condicionaría mucho las culturas. Serían subucltutras de una cultrua madre o bien serian cultuuras propias en si mismas . Esa seria una buena reflexion.
Un saludo
Interesante reflexión. Echo en falta los valores culturales inherentes a la lengua materna, que no siempre se corresponden con la comunidad o país.
ResponderEliminarSaludos
Estimada Ana
ResponderEliminarno se puede colapsar la historia de la edad media hasta el siglo veinte, como si de un plumazo se borrara la diversidad cultural de tiempo y lugar ¡El dinamismo de la cultura no empieza en el siglo XX! sería bueno revisaras historia de la educación, por ejemplo en México los exelentes trabajos de Pilar Gonzalbo y Dorothy Tanck
saludos, @el_lur