Diariamente surgen nuevas investigaciones científicas que obligan a expertos a replantear las hipótesis sobre el Desarrollo Humano, especialmente sobre el desarrollo de habilidades psíquicas en las diferentes etapas.
Recientemente, la Universidad de Temple University en Estados Unidos ha mostrado importantes descubrimientos en relación con los adolescentes y el proceso de desarrollar habilidades congnitivas y sociales.
El análisis de Steinberg y sus colaboradores fue realizado con un total de 935 personas de entre 10 y 30 años, con el fin de establecer las diferencias que existen en diversas capacidades cognitivas y psicosociales, en función de la edad. Así, se constató que dichas capacidades alcanzan la madurez en momentos distintos de la vida.
Según este estudio existe durante, la adolescencia un desfase entre el desarrollo de las habilidades cognitivas y de las habilidades emocionales, pues durante estas edades, pueden tomar decisiones informadas pero carecen de la madurez emocional que les permite controlar sus impulsos, resistir a la presión social o calcular los riesgos de cualquier decisión peligrosa, explica Laurence Steinberg, el profesor de psicología del desarrollo de la Temple University y director de la investigación, en un comunicado emitido por la APA.
Algo importante es que se encontraron diferencias significativas en este mismo aspecto entre los jóvenes de 16-17 años, con respecto a los jóvenes de 22 o más años; y entre los jóvenes de entre 18 y 21 años, y las personas de 26 años en adelante, siendo en ambos casos los mayores más maduros que los más jóvenes.
No se encontraron diferencias entre hombres y mujeres.
Se explica que los adolescentes son capaces de tomar decisiones como lo haría cualquier adulto si pueden pensar antes de elegir, si no se ven sometidos a la presión social o a otras influencias, y si son asesorados por personas que les proporcionan información objetiva sobre los costes y beneficios de una alternativa concreta.
En este sentido, los adolescentes se desenvolverían bien tomando una decisión médica como la de abortar o no (cuando los médicos les proporcionan información para que piensen que es lo mejor para ellos) o tomando decisiones legales (en que podrían ser asesorados por especialistas). Por el contrario, en situaciones impulsivas, típicamente caracterizadas por altos niveles de emotividad o coacción social y en las que no suele haber un experto al que consultar, los adolescentes reaccionan de manera más inmadura que los adultos.
La adolescencia supone el paso de la infancia a la edad adulta y, por tanto, es una etapa de transición de cuerpo y mente, un fenómeno biológico, cultural y social que continúa siendo estudiado y analizado.
Recientemente, la Universidad de Temple University en Estados Unidos ha mostrado importantes descubrimientos en relación con los adolescentes y el proceso de desarrollar habilidades congnitivas y sociales.
El análisis de Steinberg y sus colaboradores fue realizado con un total de 935 personas de entre 10 y 30 años, con el fin de establecer las diferencias que existen en diversas capacidades cognitivas y psicosociales, en función de la edad. Así, se constató que dichas capacidades alcanzan la madurez en momentos distintos de la vida.
Según este estudio existe durante, la adolescencia un desfase entre el desarrollo de las habilidades cognitivas y de las habilidades emocionales, pues durante estas edades, pueden tomar decisiones informadas pero carecen de la madurez emocional que les permite controlar sus impulsos, resistir a la presión social o calcular los riesgos de cualquier decisión peligrosa, explica Laurence Steinberg, el profesor de psicología del desarrollo de la Temple University y director de la investigación, en un comunicado emitido por la APA.
Algo importante es que se encontraron diferencias significativas en este mismo aspecto entre los jóvenes de 16-17 años, con respecto a los jóvenes de 22 o más años; y entre los jóvenes de entre 18 y 21 años, y las personas de 26 años en adelante, siendo en ambos casos los mayores más maduros que los más jóvenes.
No se encontraron diferencias entre hombres y mujeres.
Se explica que los adolescentes son capaces de tomar decisiones como lo haría cualquier adulto si pueden pensar antes de elegir, si no se ven sometidos a la presión social o a otras influencias, y si son asesorados por personas que les proporcionan información objetiva sobre los costes y beneficios de una alternativa concreta.
En este sentido, los adolescentes se desenvolverían bien tomando una decisión médica como la de abortar o no (cuando los médicos les proporcionan información para que piensen que es lo mejor para ellos) o tomando decisiones legales (en que podrían ser asesorados por especialistas). Por el contrario, en situaciones impulsivas, típicamente caracterizadas por altos niveles de emotividad o coacción social y en las que no suele haber un experto al que consultar, los adolescentes reaccionan de manera más inmadura que los adultos.
La adolescencia supone el paso de la infancia a la edad adulta y, por tanto, es una etapa de transición de cuerpo y mente, un fenómeno biológico, cultural y social que continúa siendo estudiado y analizado.
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